Los gigantes del agronegocio insisten que la nación latinoamericana no tiene la capacidad para eliminar el glifosato, uno de los plaguicidas considerados altamente peligrosos por tratados internacionales suscritos por el Estado mexicano: el Protocolo de Montreal (1987) y las Convenciones de Róterdam (1998) y Estocolmo (2001).
En contraste, funcionarios del Gobierno del presidente López Obrador aseguran que México ha podido salir avante a pesar de las presiones de la industria de agroquímicos. Las cifras de la producción de los últimos dos años —cuando comenzó a reducirse el uso de este herbicida—así lo revelan.
En el tránsito hacia una agricultura sustentable, los bioinsumos jugarán un papel clave. El desafío no es solo conseguir que sean regulados, sino incentivar su uso entre pequeños, medianos y grandes productores de todas las regiones de México.
Oposición de la industria agroquímica
Desde hace varias semanas, en las Comisiones del Senado se discute la necesidad de regular los bioinsumos, un conjunto de compuestos orgánicos de uso alternativo a los agrotóxicos.
La propuesta, impulsada principalmente por Ana Lilia Rivera, del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), es que se establezca un marco jurídico como parte de la Ley General de Salud para que, de esta forma, las dependencias del Gobierno puedan promover su uso.
Si se puede producir sin #Glifosato y cuidando la #Salud de las y los mexicanos. https://t.co/CbjlTvatXv
— Senadora Ana Lilia Rivera (@Ana_LiliaRivera) December 6, 2022
Entre las ventajas de los bioinsumos destacan su capacidad para reducir los costos de producción, así como aumentar los rendimientos por hectárea. Existe una amplia variedad de bioinsumos que ya se utilizan en México: compostas, lixiviados, caldos sulfocalcicos y trampas de melaza, entre otros.
En contraste con los agrotóxicos, los bioinsumos favorecen suelos más saludables, dado que incrementan la materia orgánica y proveen una mayor diversidad de microorganismos para los cultivos.
Desde diciembre de 2020, sin embargo, cuando el presidente López Obrador emitió un decreto para limitar el uso de glifosato de forma gradual y progresiva, el Gobierno se ha topado con la oposición del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), que ahora busca sabotear las reformas que se discuten en el Congreso.
Los representantes del CNA, una organización que a su vez forma parte del Consejo Coordinador Empresarial, desde un principio señalaron que reducir el uso del herbicida bajo el argumento de que constituye un daño a la salud no se sostiene.
Aseguran que no hay pruebas suficientes de los daños sobre la salud y el medio ambiente. Lo de ser una causa de cáncer, puntualizan, es solo una posibilidad, no un hecho confirmado. “No hay pruebas científicas, la prohibición (del glifosato) es por ideología”, sentencian.
En 2019, el Departamento de Salud de EE.UU. concluyó que el uso de glifosato, además de ser causa de cáncer, provoca retrasos en el desarrollo, enfermedades intestinales y daños a los riñones.
No obstante, a contrapelo de las declaraciones de los representantes de este Consejo, existe una amplia bibliografía científica que comprueba los graves daños a la salud humana y la Naturaleza.
El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), un organismo autónomo del Gobierno de México, ha documentado los daños provocados por el glifosato a través de un compilado de más de 250 referencias.
De acuerdo con uno de estos artículos, EE.UU., el país de donde México importa buena parte de este agrotóxico, ha resultado uno de los más afectados.
En un estudio elaborado por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), publicado este año, se estima que por lo menos 8 de cada 10 estadounidenses registran glifosato en su orina.
La lista de agravios es larga y el propio Gobierno norteamericano así lo reconoce. En 2019, el Departamento de Salud de EE.UU. concluyó que el uso de glifosato, además de ser causa de cáncer, provoca retrasos en el desarrollo, enfermedades intestinales y daños a los riñones.
Lo documentado en México no es distinto. También en 2019, en un estudio a cargo de investigadores de la Universidad de Guadalajara se comprobó que niños y adolescentes de comunidades rurales del estado de Jalisco registraban residuos de entre 2 y hasta 12 agrotóxicos diferentes.
A pesar de esta evidencia científica, el CNA insiste que la erradicación del glifosato y otros plaguicidas altamente peligrosos podría poner en un serio predicamento el abasto de alimentos.